domingo, 17 de junio de 2012

60.



- Por favor , no lastimes a Dylan, el te ama.


- No lo lastimaría, el es mi vida.


Salí de la oficina lentamente, dejando a Joseph arreglando unos documentos importantes antes de su reunión, caminaba mirando a la nada por los pasillos, no sabía qué hacer, quería simplemente llegar a mi oficina, beber un café cargado, y simplemente morir en paz.


Me encontraba en los pasillos con dirección a mi oficina, cuando sentí un movimiento extraño en mi bolsillo, era mi teléfono celular, que no dejaba de sonar,miré en identificador de llamadas, y me di con la sorpresa de que trataba de Dylan. No necesité más segundos, ya que antes de que pudiera dar un paso más, me encontraba contestando, y dibujando una sonrisa permanente en mi rostro.


-¿Princesa?, -preguntó con confusión- ¿Estás allí?. -repitió la acción.


- Sí - respondí feliz con mucha preocupación.


- ¿Sucede algo?- preguntó


- Sí. Tenemos que hablar, quiero viajar .


- ¿Así? - Preguntó extrañado - ¿A donde?


- París.


- Pero cielo, eso queda demaciado lejos. ¿Es acaso por la carta de tu padre?


- Si cariño, es por eso - seguí caminando hacia mi oficina.


- Bueno amor, eso lo hablaremos en casa.


Al guardar el teléfono celular, me dediqué a pensar en quién sería la persona que me llamaba, por lo tanto volteé con rapidez, y lo que vi, fue agradable,allí estaba, con la sonrisa más tierna de la faz de la tierra, mirada dulce y esa forma de caminar algo graciosa: Hernan. 


- Hernan - Sonreí y lo abracé a la vez. - Bienvenido de vuelta.


- Gracias . - Sonrío- Acabo de escuchar lo de Dylan. Cuentame que paso.


- Papá esta con vida.- Dije jugando con mis manos.


- ¿Como? ¿Él no fallecio?


- Se encuentra en París.


- La capital del amor. - Suspiro - No estaras pensando en ir hasta ahí.


- Si. - Sonreí falsamente.


- No , estas loca- Me gritó de la peor manera posible- El nos abandono y acaso te importa. - DIjo dando media vuelta y llendose indignado.


Llegó las siete de la noche, y era horario de irse para casa después de un largo día laboral.Sentía que el cansancio me vencía, por lo tanto me rendí ante lo hechos, y me dirigí a mi apartamento, el cual se encontraba totalmente oscuro, pero este hecho no cambió, ya que caminé entre toda esa oscuridad hasta llegar a mi recámara, donde me lancé para seguir llorando, para seguir muriendo en vida, hasta quedarme dormida.


Mi estupido despertador empezó a sonar nuevamente , desperté a los gritos y sin aún abrir los ojos poco a poco pude divisar el camino hacia el baño, así que sin perder tiempo me dirigí hacia allá con el hecho de lavarme la cara después de tan cansador día.  Me cambié y seguí la misma rutina de cada mañana, pero esta vez, se le agregaría un detalle, aunque yo diría, que se trataría de una perfecta y descomunal maravilla.


Antes de que terminara de cruzar el pasillo, alcancé a ver la silueta de un ser masculino, acompañado por un perro que estabamos cuidando, este no dejaba de jugar con él, y mucho menos de moverse de manera traviesa. Solo necesité escuchar la risa de aquel muchacho, para soltar los documentos que llevaba en la mano y dejar caer mi bolso al suelo, corrí rápidamente hacia su encuentro mientras gritaba su nombre, él al escucharme dejó al perro correr por donde sea mientras sonreía emocionado, y caminó muchísimo más rápido. En ese momento, no me importó ser una administradora seria y recatada, ya que al estar a tan solo centímetros de él, salté para colgarme de su nuca y entrelazar mis piernas en sus caderas, a lo que este empezó a darme vueltas sin parar mientras reía como un loco. Sí, me había encontrado con el hombre más increíble que podía existir en el planeta tierra, con el dueño legítimo de mi corazón, con la única persona que podía darme fuerzas después de tanto dolor, con mi mayor felicidad: Dylan Simmons. 


- Mi vida, -me separó lentamente de él, y besó mi frente con delicadeza- ¿irás a la empresa hoy? -sé que deseaba escuchar un “No” de mi parte, pero, para desgracia de los dos, esa no sería la respuesta que daría.


-Sí, Dylann. -expresé con tristeza, y acariciando sus brazos- Hoy tenemos otra reunión de ejecutivos, y no puedo faltar, -lo miré con ternura- te llamaré en cuanto pueda, ¿sí? -sonreí, y le di un beso fugaz en los labios.


-Esperaré tu llamada, -dijo sonriendo y empezando a caminar, a lo que yo seguí sus pasos- gracias por alegrar mi mañana, linda -confesó contento, y al ver mi bolso y los documentos en el suelo, no dudó en recogerlos por mí- suerte en todo, te amo Wendy. -me dio un último beso, y solo permaneció en el lugar para verme partir con una gran sonrisa en los labios y para gritarme mientras agitaba sus grandes brazos- Tengo los pasajes para París Wendy Guttember- Eso me detuvo en la acción de dirigirme para afuera, no dude en darme vuelta y en ir corriendo para colgarme nuevamente de Dylan donde el me recibió con un beso.


- Dylan.. —no podía creer lo que escuchaba venir de sus labios, significaba tanto para mí, que una lágrima empezó a caer por uno de mis ojos, una lágrima que representaba ese amor puro que sólo lograba sentir por él- me haces la persona más feliz de este planeta. -lo miré a los ojos, y acaricié su terso rostro. 


-Y tú a mí, -suspiró- hasta hace unos momentos no sabía si querrías ir a París, ahora lo sé y quiero ir contigo -me miró atentamente-No quiero perderte otra vez. Me cruzaría los 7 mares para tan solo verte feliz -sonrió con los ojos vidriosos, y yo simplemente no sabía qué responder.


- Yo prometo estar contigo hasta que emita mi último respiro, yo nací para amarte, Dylan. -volví a abrazarlo con todas mis fuerzas, mientras acariciaba su espalda con delicadeza.


-Eres maravillosa. -besó mis cabellos, y luego noté cómo de su bolsillo saco dos pasajes con destino a París. - Tomá Señora Simmons, son sus pasajes- Dijo en forma graciosa. 


- ¡Oh! Eres increíble Dylan Simmons. No quiero separarme nunca más de ti. - Sonreí dandole un beso. - ¿Cuándo partiremos a París?


- El próximo mes.- Susurró consciente de sus palabras, salté para colgarme de su nuca y entrelazar mis piernas en sus caderas nuevamente.




"Esta es sólo una historia más, con alegrías y tristezas, y con un final, que esconde un nuevo comienzo." 

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eres mi enfermedad y mi cura, mi locura y mi cordura.
Por siempre te amaré, para toda la vida te querré, así nos separemos, así se acabe, entre mi corazón te tendré, un espacio especial que sólo tú podrás tener, por siempre y para siempre, nunca te olvidaré.